CREATIVO.CTANGANA
Descripción de la publicación.
10/6/20252 min read


¿Por qué El Madrileño sabe tanto de publicidad si estudió filosofía?
No sé si alguna vez llegaremos a coincidir.
Espero que sí, pero de momento me conformo con una de sus mejores entrevistas.
En ella, Pucho reflexiona sobre el proceso creativo con una claridad poco habitual.
No habla desde la inspiración romántica, sino desde la estrategia creativa que ha ido construyendo con los años.
Su método para encontrar ideas recuerda a Cortázar:
“Andábamos sin buscarnos, pero sabíamos que andábamos para encontrarnos.”
En su caso, las ideas llegan sin calendario, pero cuando aparecen, hay que perseguirlas hasta el final.
Dice que los artistas se dividen en dos tipos:
quienes tienen tantas ideas que deben anotarlas,
y quienes solo tienen una, pero tan intensa que no pueden olvidarla.
Él pertenece al segundo grupo.
Cuando una idea aparece, la ejecuta.
Porque los matices de ese momento no vuelven nunca igual.
También afirma que su trabajo no depende de las cuatro o cinco horas que pasa en el estudio,
sino de sus treinta años de vida.
El rendimiento puntual es solo el resultado de una acumulación de experiencias.
La sesión es un día; el oficio, una vida entera.
Industria y artesanía no son opuestos
En la industria musical aprendió la disciplina de terminar: entrar al estudio y salir con un tema hecho.
Pero la combina con la paciencia artesanal de quienes trabajan concepto, letra y matiz.
Esa mezcla entre método y emoción permite equilibrio entre velocidad y profundidad.
Lo popular no es superficial
Cita a Antonio Machado para defender que una copla no es copla hasta que alguien la canta.
La cultura popular —dice— no resta valor: lo multiplica.
Una frase sencilla, si es verdadera, puede quedarse a vivir en la memoria colectiva.
“Tú me dejaste de querer cuando más te necesitaba.”
Eso no se olvida.
Lo popular bien hecho es el punto exacto entre accesibilidad y hondura.
Como Borges, que escribía con sencillez para quien quisiera leer entre líneas.
Ser vanguardia de uno mismo
No busca competir con nadie, sino innovar desde su propia voz.
Sin virtuosismo técnico extremo, la idea se convierte en su principal herramienta.
La originalidad nace de mantenerse fuera de la zona de confort,
moviéndose entre géneros, estilos y personajes sin perder autenticidad.
La ingenuidad informada
Su filosofía se resume en una paradoja:
para crear algo nuevo, hay que saber lo suficiente para romper las reglas,
pero conservar la inocencia de quien no teme equivocarse.
El atrevimiento consciente se vuelve su mayor recurso creativo.
En el fondo, El Madrileño aplica la misma lógica que un buen publicista:
observar, sintetizar y traducir emociones comunes en un lenguaje simple y universal.
Quizá por eso —aunque estudió filosofía— entiende la estrategia de marca mejor que muchos que hicieron un máster.